El inicio del desafío
A las 8:00 de la mañana, bajo una lluvia que no nos daría tregua en todo el día, comenzamos nuestra aventura. El recorrido no fue fácil: las condiciones meteorológicas añadieron un nivel extra de dificultad, pero la motivación detrás de cada paso nos mantuvo en movimiento. Desde el primer momento, sentimos la conexión con la causa, llevando en nuestros pensamientos a todas esas valientes personas que sufren esta enfermedad, que, lamentablemente, aún no tiene cura ni tratamiento.
La hipertensión intracraneal provoca síntomas como dolor de cabeza intenso, muchas veces ubicado en la parte posterior del cuello, e incluso edemas de papila, que pueden llevar a la pérdida de visión. Estas dificultades nos acompañaban simbólicamente, pero el propósito era claro: cada kilómetro corrido era un homenaje a quienes lidian con esta dura condición.
El reto bajo la lluvia
A lo largo de las horas, la lluvia se convirtió en una compañera constante. El barro y los tramos complicados del camino exigían un esfuerzo físico y mental mayor de lo esperado. A pesar de ello, Antonio y yo avanzamos, a veces en silencio, concentrados en la meta, otras veces conversando sobre lo importante que era dar visibilidad a esta causa.
Llegar a la meta no fue sencillo. Tras más de 18 horas, exactamente a las 2:00 de la madrugada, cruzamos la línea de llegada exhaustos, pero profundamente satisfechos. Lo habíamos conseguido: 110 km bajo la lluvia, corriendo por una causa que nos toca el corazón.
El verdadero motivo de la carrera
Lo más importante de todo es el motivo que nos empujó a realizar esta hazaña: la lucha por quienes padecen hipertensión intracraneal. Esta enfermedad afecta a personas de todo el mundo, causando dolor y sufrimiento, con escasas soluciones médicas hasta la fecha. Sin embargo, gracias a asociaciones como la Asociación de Enfermos de Hipertensión Intracraneal, se está trabajando para darles voz y apoyo, mientras se busca una solución médica efectiva.
Con esta carrera, hemos querido no solo recaudar fondos, sino también sensibilizar a más personas sobre la realidad de esta enfermedad. Aunque el esfuerzo fue grande, estamos convencidos de que cada gota de sudor valió la pena por esta causa.
Una experiencia para recordar
Ecocamiño 2024 quedará marcada en nuestras memorias como una aventura épica, no solo por el desafío físico, sino por el valor de lo que representaba. Estamos agradecidos por haber tenido la oportunidad de participar y colaborar con una causa tan importante. El camino, aunque duro, se recorrió con el corazón y, al llegar a la meta, supimos que cada paso había sido en honor a aquellos que, día tras día, luchan contra la hipertensión intracraneal.
Porque a veces, correr es mucho más que un deporte; es una forma de dar voz a quienes más lo necesitan.